El
colegio invertido...
Los
nacidos después de 1993 son nativos digitales. Aprendieron a leer al mismo
tiempo que conocieron las tecnologías digitales, por lo tanto la educación
tiene que aceptar este contexto y utilizar los recursos tecnológicos para
adaptar sus enseñanzas a la realidad de sus estudiantes. Es el mundo en que
ellos viven. Hay que conectarse en su terreno.
En el
2010 la escuela de enseñanza media Clintondale High School de Detroit, en
Estados Unidos, se convirtió en un colegio invertido (flipped school). ¿De qué
trata eso? Un colegio en el que los alumnos ven las clases de sus profesores en
su casa y hacen las tareas en la sala de clases. Los profesores graban sus
clases por video, que los alumnos ven en sus smartphones, computadores o
tablets, a la hora de almuerzo, en su casa o en el laboratorio de tecnología
del colegio y durante las clases hacen proyectos, ejercicios o experimentos en
grupo, mientras el profesor recorre la sala.
Fue
el primer colegio en ese país en “hacerlo al revés” por completo, ya que todas
sus clases se enseñan de esa manera y muchos colegios ya están copiando esa
metodología. Sus divulgadores son Aaron Sams y Jonathan Bergmann, dos
profesores de Química de secundaria de Woodland Park, en Colorado, quiénes
escribieron el libro llamado “Flip your classroom: reach every student in every
class every day” (Invierta su aula: alcance a cada estudiante en cada clase
cada día). Este modelo está en sus comienzos, pero es una opción de cómo usar
la tecnología para humanizar el aula.
Los
videos duran entre 3 y 6 minutos porque eso los incita a verlos más de una vez
por si tienen dudas o no entendieron algo. El colegio también usa archivos de
audio y lecturas como tareas y utiliza videos de la Khan Academy, TED y otras
fuentes. Ven en material en sus casa muchas veces con sus padres. El profesor
Robert Townsend dice que mientras solo
la mitad de sus estudiantes hacía las tareas tradicionales, el 75 al 80% si ve
los videos. A las clases en video se están agregando discusiones on line para
tratar de incluir más pensamiento crítico.
Con
el sistema de aula invertida se libera tiempo de clase para el trabajo
práctico. Los alumnos aprenden haciendo y preguntando, como ellos dicen: el colegio
no debe ser un lugar para espectadores. Gracias a esta moderna metodología los
niños desarrollan una capacidad analítica superior y de proyectos prácticos.
Como
resultado de esta metodología el colegio Clintondale bajó un 30% de fracaso de
sus alumnos a menos del 10%. Las tasas de graduación aumentaron a un 90% y la matriculación
a la universidad de sus alumnos pasó de un 63% al 80% en dos años. La
experiencia del colegio indica que el mayor efecto del “flipping” en las aulas
es en los estudiantes con mayores dificultades.
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