martes, 15 de enero de 2013

La generación Z ¿Quiénes son?



Los nacidos después de 1993 entran a las aulas. Le cambiarán definitivamente el rostro a la educación y a la forma en que se trabaja.


Desde el siglo XIX, fue la tecnología lo que diferenció una generación de otra. Los avances fueron marcando las edades. La Generación X, predecesores de la Y y la Z, eran trabajólicos, escépticos y dispuestos a sacrificar el tiempo en familia. Muy distintos a la posterior Generación Y, nacidos entre 1980 y 1993, el l97% decía que era muy optimista frente a su futuro y la principal crítica hacia sus padres era lo poco arriesgados que habían sido y aterrizaron en los lugares de trabajo exigiendo calidad de vida y ascenso rápido.

A los integrantes de la Generación Z, esos que nacieron entre 1994 y 2009, la incertidumbre y la cautela los definen. Ellos nacieron con internet en la casa y no conciben la vida sin estar conectados. Hijos únicos en su mayoría, es la generación que alcanzará mayores niveles de educación y también la que tendrá menos personas en el mismo rango etario. Fueron niños sobreprotegidos, que crecieron en la abundancia, con muchas actividades programadas por sus propios padres, pero con pocos juegos en la calle. La casa siempre fue más segura para ellos. De pocos amigos y muchos conocidos, las habilidades sociales y la empatía no son sus características. Quizás por la misma globalización, es la generación más homogénea a nivel mundial, pero más cualquier otro grupo valora la diversidad: conocer gente con diferentes culturas, apreciar a hombres y mujeres por igual y aceptar todo tipo de familias.

Este año 2013, la Generación Z llega a la universidad y le cambiarán el rostro a la educación y luego al trabajo. Son los verdaderos nativos digitales, los auténticos ciudadanos del siglo XXI. Los que conocieron internet a la misma edad que aprendieron a leer. Los que nunca usaron una cabina telefónica. Los miembros de la familia que programan el celular de los mayores. Una generación donde, según un estudio de Chile 3D 2012 de Collect Gfk en su medición de jóvenes de 15 a 17 años, se chatea más que ver tele (79% versus 74% en las actividades más realizadas). ¿Tiempo en el celular? 30% pasa más de 10 horas a la semana, casi el triple que la Generación X.

Son impacientes. El haber integrado la tecnología a su estilo de vida los acostumbró a las respuestas y gratificaciones instantáneas. Esta generación tiene el “trastorno de déficit atencional adquirido”. Es decir, sin que les hayan diagnosticado el trastorno, el solo hecho de ser multitasking hace que pierdan fácilmente la concentración. Con esta generación habilidades sociales mínimas de cortesía van a desaparecer. Porque son menos empáticos que sus mayores. ¿La razón? El abuso de las redes sociales y la pérdida de autoridad de los padres.  Lo poco que verbalizan es sin filtro.

Cambiarán la forma de hacer educación

Pero el ser nativos ciento por ciento digitales, tarde o temprano, obligará a las universidades a cambiar el estilo tradicional de enseñanza. Los planteles necesitarán adaptarse. Estos chicos tienen más probabilidades de aprender mejor en línea. Se aburrirán si la tecnología está alejada del proceso de aprendizaje, porque es parte de ellos. En Chile esta realidad ya se ve en los colegios. Los estudiantes de enseñanza media creen que la forma de enseñar no tiene mucho sentido. Esto no tiene marcha atrás. Son las universidades las que tendrán que adaptarse a los jóvenes. No más profesor que sea el dios, el dictado y la pizarra.

Y si la forma de enseñar de las universidades cambiará, la manera en que esta nueva generación concibe el tener un cartón será diametralmente opuesta. Los “sin un título no eres nadie” o “anda de fiestas, pásalo bien pero saca la carrera” dejarán de existir por una mirada mucho más utilitaria: para los Z el título ya no es el símbolo de estatus que significó para los X y los Y, sino una simple acreditación para ejercer la profesión. Entendiendo las generaciones globales, se plantea que las opciones de cursos por internet o de conseguir diplomas en otros países han abierto el abanico educacional. La educación importa mucho más que antes, y compiten de manera global, pero no tienen un compromiso tan fuerte hacia ella.

Una Generación cauta

 Si la cautela es lo que más diferencia a la Y de la Z, también es lo que más los acerca a la X, la generación de sus padres. Ellos les inculcaron una de las características propias de los jóvenes de los 80: nada es permanente ni absoluto. Todo se puede conseguir, pero esforzándose al máximo. Por eso, a pesar de ser la generación que ha crecido con mejor situación económica, al menos en Chile, son mucho más moderados a la hora de apostar por el éxito.

Algo que para los especialistas era previsible. Además de los sermones y consejos paternos, estos jóvenes crecieron en un mundo que era percibido como peligroso. Si sus padres y hermanos mayores temían al “viejo del saco”, ellos absorbieron los nuevos miedos de los adultos: la caída de las Torres Gemelas, las enfermedades globales y los secuestros. Les enseñaron que el riesgo estaba a la vuelta de la esquina y nada era seguro. Conocer este contexto los ha vuelto más inseguros sobre su futuro. Mucho más que la Generación Y. Por eso son más dudosos de lo que pasará con ellos a largo plazo.

Los padres prefirieron que cambiaran los juegos en la calle por las consolas, las que se transformaron en la solución más sencilla para que los niños estuvieran adentro de la casa, siempre. Un estudio de Unicef hecho en 2007 en 12 países, mostró que los niños chilenos eran los que menos jugaban al aire libre (23%). Su entretención era la televisión. Esa sobreprotección no fue sólo por el peligro. Hay un motivo demográfico detrás: la tasa de natalidad y el número de hijos por hogar bajó considerablemente. En Chile pasó de 4,05 hijos por mujer en 1970, a 2,42 en 1994. Ahí surgió una combinación compleja, sus padres, pertenecientes a la Generación X, fueron los más trabajólicos y los primeros en divorciarse; por tanto, los más culposos frente a estos hijos únicos.

La irrupción de esos padres llegó en su máximo nivel: sobreprotectores y consentidores. Muy consentidores. La mitad de los niños de 4 y 5 años en 2007 era dueño de un televisor. En Chile, estos padres reconocen que gastan USD 1.500 al año en consentir a un solo hijo (Encuesta U. de Talca 2011). Y también exigentes. Sobre todo en materia de estudio. Según una encuesta de McCrindle, el 70% de los padres saben que sus hijos se sienten presionados para alcanzar el éxito académico. El problema es que los Z tienen muchas expectativas y muchas oportunidades. Quieren ser ricos, famosos, inteligentes, exitosos. Una familia normal, una vida tipo, puede no satisfacer sus expectativas. Sentirán que han fallado.

Por lo mismo, los adultos de esta generación serán más cautos en sus decisiones de vida. Menos propensos a tomar riesgos. Son muy cercanos a sus padres, a diferencia de otras generaciones. Consultan sus decisiones, porque tienen gustos en común. Eso influye en su decisión de no independizarse o arriesgarse. Sólo toman los riesgos que saben que pueden superar. Pero la idea no es esa, sino tomar los riesgos y sus resultados, aunque sean negativos, como parte de la vida.

Los trabajadores del 2020

La generación Z  llegará a las oficinas, a las empresas y  al mundo productivo de la generación más educada en lo académico. Cuando estos universitarios se gradúen, la mayoría de los Baby Boomers, aquellos nacidos desde 1946 a 1964 se habrán jubilado. Será el mayor cambio generacional en el lugar de trabajo con la llegada de los Z. Nuevos trabajadores con características propias. Debido a la relación que mantuvieron con sus padres, estos jóvenes buscarán la aprobación de sus jefes, tal como generaciones más antiguas: En el lugar de trabajo querrán estar seguros de que lo que hacen es un éxito y que su jefe esté satisfecho y lo apruebe. Esta generación está fuertemente ligada al éxito y necesita aprobación todo el tiempo.

Al comienzo, tendrán formas de trabajar que serán incomprendidas, sobre todo por los X. Por ser multitasking estarán más enfocados a hacer muchas tareas y a olvidarse de la precisión. Como están más acostumbrados a la comunicación online que cara a cara, serán mejores para trabajar en grupos, de forma colaborativa, en un ambiente más técnico, con frases cortas y gráficos, que escribiendo largos párrafos donde se requiera reflexión. Pero también tendrán la habilidad de adaptarse a los cambios y con un perfil menos competitivo. Porque prefieren unir ideas que separarlas.

Presentarán equilibrios en comparación con generaciones anteriores: tendrán la responsabilidad de los X y la devoción por el tiempo libre de los Y. El dilema de vida y trabajo que preocupa a esas generaciones irá decreciendo, principalmente porque evitarán trabajar en horarios y lugares fijos. Y si bien serán menos trabajólicos que sus padres  les importará de igual forma que a ellos el dinero para sentirse seguros y estables. Y eso los motivará. Estos jóvenes se cambiarán más de trabajo que la Y. En promedio tendrán 17 puestos laborales, en donde primará la movilidad, desde el extranjero hasta trabajo en la casa y la reinvención.

Para esta generación desaparecerá la brecha de género. Esto pasará fundamentalmente porque su principal valor es la diversidad. A esto se sumará una mayor apertura hacia las diferencias, como las sociales, raciales o religiosas. ¿El motivo? La inclusión de la tecnología a su estilo de vida los ha hecho más tolerantes. Por eso la discriminación será menor entre ellos. Y como consecuencia, el concepto de familia también cambiará. Ningún tipo de familia será menos válida que otra.




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